LAS BRUJAS DE SALEM

Danzas nudistas bajo la luz de la luna y hechizos varios. Juegos de niños en la América profunda de los que se puede salir chamuscado. Por Marga F. Rosende
Durante el macarthismo y la caza de brujas el mundo se hizo más paranoico y surrealista. Los actores y directores estuvieron en el punto de mira dentro y fuera de la ficción. Arthur Miller sufrió esa manía persecutoria. Las brujas de Salem es una catarsis escrita bajo esa presión, aunque sitúe la acción en el XVII y la amenaza no sea la hoz y el martillo sino un tipo con cuernos y tridente. Un día unas jovenzuelas deciden bailar en porretas bajo la luna. Y ya puestas, se marcan unos sortilegios. Lo que podría haber quedado en simple resfriado, se complica. Tras la pillada, se protegen acusando a otros y forman una maraña de acusaciones y rencillas que enreda al pueblo entero. La situación es clavadita a las delaciones de compañeros en los juicios de Hollywood. Un veterano Alberto González Vergel dirige este montaje donde el miedo al diablo o al comunismo lo podemos sustituir por el que tengamos más a mano: los extranjeros, los diferentes, los que montan en patinete... Y con el miedo como excusa, toda tropelía es posible.
LAS BRUJAS DE SALEM
Autor: Arthur Miller.
Director: Alberto González.
Intérpretes: Sergi Matéu,
Juan Ribó, Manuel Gallardo.
Teatro Español (Madrid).
Del 1 de junio al 15 de julio.
www.esmadrid.com.