TIEMPO MUERTO
Amargo vuelve a sus raíces flamencas para acallar escándalos y celebrar los diez años de su compañía. Un espectáculo brioso, sincero y olé. Por J. Elliot
Tras el follón de crucificar a la inefable Belén Esteban en Canarias, el coreógrafo y bailaor Rafael Amargo marca un paréntesis en su trayectoria. No sólo para ayudar a que se olvide el escándalo guanche. Sino también para llegar aceitado al décimo aniversario de su compañía. Así es. Luego de llenar de taconazos las tablas del Teatro Alcázar en Madrid, Amargo celebrará su década de vida con cuadrilla propia nada menos que, en agosto, en el Liceu de Barcelona. De ahí que su sexto espectáculo sea un retorno a los orígenes. A aquello que Gaudí llamaba ser original: las raíces. Tiempo muerto es flamenco puro y duro, con un puntito de innovación, desde luego. Trece músicos en directo ponen la sal auricular a las piezas de danza. Hay tangos, un martinete, un homenaje a Lola Flores titulado Zambra, más la página que da nombre al espectáculo y hasta un interludio musical. Completan este paréntesis el vestuario de Amaya Arzuaga y la iluminación de Nicolás Fischtel. Toma lujo.
TIEMPO MUERTO
Coreografía, dirección y letras: Rafael Amargo.
Música: J. Parrilla y F. Rodrígues.
Bailaores: Rafael Amargo, Vanesa Gálvez, Mara Martínez.
Teatro Alcázar (Madrid).
Hasta el 29 de julio.
www.gruposmedia.com/alcazar/
Gran Teatro del Liceo (Barcelona). Del 2 al 5 de agosto.
www.liceubarcelona.com