EL ARQUITECTO Y EL RELOJERO

Un ejercicio ético y social sobre el olvido y la memoria. Diálogos estupendos, recursos escénicos a carretadas.... Teatro español actual de envergadura. Por M. D.
Aunque lo recordemos sólo por las campanadas de nochevieja, el edificio donde hace tictac el reloj de la Puerta del Sol albergó en la prehistoria democrática, durante la dictadura franquista, la antigua Dirección General de Seguridad. El Arquitecto y el Relojero versa de estos temas, precisamente. De ver lo aparente o lo que está dentro, de relegar lo que ha pasado, de olvidar o recordar. El Arquitecto (Gary Piquer) y el Relojero (Antonio Canal), representan arquetipos. El primero encarna el espacio, lo exterior y lo moderno. El segundo, el tiempo, lo íntimo y la memoria. El Arquitecto ha sido contratado para remodelar la histórica fachada, a lo que se opone el Relojero según qué vaya a lavar el otro junto con la piedra vieja. Este conflicto entre el olvido y la memoria podría ser un tostonazo, más mediando arquetipos. Pero, por un lado, los diálogos de López Mozo constituyen un textazo. El autor recibió el Arniches de Teatro por esta obra. Y por otro lado, el montaje –con proyecciones en pantalla o apariciones brechtianas de un tercer personaje, el Utilero (Juan Carlos González)– impide cualquier asomo de ronquido.
EL ARQUITECTO
Y EL RELOJERO
De Jerónimo López Mozo.
Dirección: Luis Maluenda.
Intérpretes: Antonio Canal, Gary Piquer y Juan Carlos González.
Teatro Galileo (Madrid).
Del 2 al 25 de febrero.